miércoles, 5 de marzo de 2014

Zamacois


Hace muchos años, era ídolo del Teatro de Variedades de Madrid un actor llamado Ricardo Zamacois.

Un día que se encontraba en el despacho del empresario se presentó un artista francés que ofrecía su compañía cómico-músico-bailable.
El empresario no sabía cómo sacarse de encima aquel plomazo que le auguraba el éxito, muy improbable, de un espectáculo.

—Miguen ustedés —decía el francés— mi espectaculó es algó magavillosó porqué con el bailé se puedé expresar todó: los sentimientós, los deseós, las ambiciones, todó puedé expresarsé con la musicá, todó bailandó.

Zamacois, viendo los apuros del empresario para sacarse de encima a aquel pesado, terció en la conversación.
— ¿De manera que usted dice que todo puede expresarse con el baile?
— Sí, señog, todó.
— Muy bien, pues entonces hágame usted el favor de decirme bailando: «El martes llegará de Cuenca un primo de mi mujer.»

La compañía francesa no fue contratada. 

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