domingo, 9 de marzo de 2014

El zapatero y el rey


Leyenda relacionada con la estancia del rey don Pedro en Sevilla, relativa a un arcediano o archidiácono y al hijo de un zapatero.
        Un arcediano de la catedral de Sevilla, hombre iracundo, tuvo cierto día una discusión con un zapatero en el curso de la cual el eclesiástico, lleno de furor, sacando un puñal, le atravesó el corazón de parte a parte.
        Amparándose en su poder y autoridad, el cabildo de la catedral hispalense se reunió y acordó sentenciar al arcediano con la prohibición de decir misa durante un año.
        Al hijo del zapatero le pareció demasiado benigna la sentencia y, decidido a obtener justicia, se la pidió al rey. Éste le preguntó:
        —Y el arcediano, ¿no ha sido castigado?
        —Sí, señor; le han condenado a no decir misa durante un año.
        —Y tú, ¿te crees capaz de matar al arcediano?
        —Sí, señor, en cuanto pueda.
        —Pues hazlo.
        Pocos días después se celebraba una procesión que se interrumpió cuando el zapatero se abalanzó sobre el arcediano, al que dejó seco de una puñalada. Se arremolinaron los circunstantes, que sujetaron al asesino, y se disponían a llevarlo a la cárcel cuando el rey, que asistía a la procesión, los interrumpió ordenando que llevasen al matador ante su presencia.
        — ¿Por qué has matado al arcediano?
        — Porque él mató a mi padre de una puñalada y he querido pagarle en la misma moneda.
El rey se dirigió a los eclesiásticos y les preguntó:

        — ¿Cómo no fue castigado el arcediano por este crimen?
        — Sí, señor; lo fue: fue condenado a no decir misa durante un año.
Y entonces el rey se dirigió al zapatero y le dijo:
        —Anda, vete: yo te condeno a no hacer zapatos durante un año.

Y esta fue la justicia del rey don Pedro 


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