sábado, 15 de marzo de 2014

Rossini (II)


Rossini, el célebre autor de El barbero de Sevilla y de tantas óperas más, sufría el acoso de cierto joven con pretensiones de músico que continuamente le molestaba pidiéndole que corrigiera sus partituras, que, dicho sea de paso, eran malísimas. 
Un día Rossini fue nombrado presidente de un jurado que había de otorgar un premio a la mejor obra o a quien más hubiera hecho en favor del arte musical.

El joven compositor que perseguía al maestro se le presentó, desolado:

            —¡Oh, maestro! Estoy desesperado. Debajo de mi casa se ha instalado un café con orquesta que se pasa toda la noche tocando música de baile y no me deja escribir ni una nota. ¡Figúrese, maestro: yo que pensaba presentarme al concurso!

            —Y ¿dice usted que por culpa de la orquesta no puede escribir música?
            —Ya le digo, ni una nota.
            —Entonces ya sé a quién debemos dar el premio: a la orquesta del café de su casa.


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