sábado, 15 de marzo de 2014

Vírgenes juradas


Virgen Jurada es el término con el que se nombra, en los Balcanes, a una mujer (biológicamente hablando) que ha elegido, por lo general a una edad temprana, asumir la identidad social de un hombre para la vida. 

Esta tradición se remonta a cientos de años y era necesaria en una sociedad que vivía en clanes tribales y seguía el Kanun, un código legal arcaico. Tan arcaico y opresivo que consideraba a las mujeres propiedad de sus maridos. No podían votar, conducir, hacer negocios, ganar dinero, beber, fumar, jurar, tener un arma de fuego o usar pantalones.
 
Aunque actualmente parece que sólo hay vírgenes juradas en Albania y Kosovo, en el pasado también se hallaban en Serbia y Montenegro. La conversión de estas mujeres a vírgenes eternas no tiene nada que ver con razones religiosas ni políticas sino más bien prácticas tales como no haber un hombre en la familia que pueda heredar las propiedades familiares, honrar a un padre o hermano, acceder a privilegios que siendo mujer no pueden, rechazar un ofrecimiento de matrimonio, las niñas eran comúnmente forzadas a matrimonios concertados, a menudo con hombres mucho mayores, en los pueblos lejanos. En definitiva para poder vivir en unas tierras donde si la vida para los hombres es difícil, para las mujeres lo es aún mucho más.

Hoy son un puñado, es sólo un pequeño grupo el que mantiene esta costumbre que las llevó, casi a la fuerza, a convertirse al sexo opuesto. En aquel momento, convertirse en una virgen jurada o burnesha, término que proviene del albanés Burré (Hombre), era la única posibilidad de elevar a una mujer a la condición de un hombre, lo que le concedía todos los derechos y privilegios de la población masculina. Para manifestar este cambio, las mujeres se cortaban el pelo, se vestían con prendas de hombres y, a veces, incluso cambiaban su nombre. Y lo más importante de todo, tomaban el voto de celibato para permanecer castas de por vida.
Lo más curioso es que estas vírgenes están totalmente aceptadas e integradas socialmente y, de hecho, contar en una familia con alguna de ellas es casi un honor, puesto que la renuncia que hacen de su sexualidad se entiende como un sacrificio honorable.

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