Guido D’Arezzo (995-1050), monje benedictino considerado el
padre de la música, fue quien dio nombre a las notas musicales, inspiradas en
las sílabas iniciales de unos versos dedicados a San Juan Bautista, «Ut queant
laxis», atribuidos a Pablo el Diácono.
Guido D´Arezzo |
Ut queant
laxis |
Para que tus siervos
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Re sonare
fibris |
Puedan exaltar
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Mira
gestorum |
A pleno pulmón
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Famuli
torum |
Las maravillas de tus milagros,
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Solve polluti |
Perdona la falta de
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Labii
reatum |
Labios impuros,
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(Sancte
Iohannes) |
(San Juan)
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D’Arezzo
denominó a este sistema de entonación solmización, que más
tarde sería denominado solfeo, y fue el primero que elaboró una aproximación a
la notación actual, al asignar los nombres a las seis primeras notas y al
utilizar la notación dentro de un patrón de cuatro líneas (tetragrama), y no
una sola como se venía haciendo anteriormente.
D’Arezzo utilizaba este sistema
para la enseñanza de la música y pronto adquirió gran popularidad. Su sencillez
hizo que el mismísimo Papa ordenase su introducción inmediata en las escuelas
eclesiásticas de música.
Inicialmente, la nota Do se llamó Ut (hoy en día
sólo se utiliza en francés y en partituras de canto gregoriano), hasta que en
el siglo XVIII se cambió el nombre de Ut por Do (por Dominus
o
Señor).
La razón principal para este cambio fue que la utilización de
una sílaba acabada en vocal favorecía que pudiese cantarse mejor.
D’Arezzo
no quiso dar nombre a la séptima nota, siguiendo la tradición que consideraba
el Si
como
un tono diabólico (era denominado diabolus in musica). Sería
hacia el siglo XVI cuando se añadió la nota musical Si, derivado
de las primeras letras de San Juan [Sancte Ioannes].
También en este proceso se añadió una quinta línea a las cuatro que se
utilizaban para escribir música, llegando a la forma en que hoy la conocemos,
llamada pentagrama.
Después de las reformas y modificaciones llevadas a cabo en
el siglo XVI, las notas pasaron a ser las que se conocen actualmente: Do, Re, Mi, Fa, Sol, La y Si.
Himno a San Juan Bautista |
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