Christian Friedrich Samuel Hahnemann (n. Meissen, Alemania, 10 de abril
de 1755
- f. París, 2 de julio de 1843),
más conocido como Samuel Hahnemann, fue un médico sajón, fundador de la
homeopatía.
Samuel Hahnemann |
Había empezado su carrera estudiando química, después
se lanzó por los caminos de la mineralogía y por fin se dedicó a la farmacia,
colocándose como hombre de botica en casa de un farmacéutico. Éste tenía una
hija que se enamoró de Hahnemann, que, aunque no era hombre dado a
enamoramiento, se casó con ella. La pobre muchacha tuvo que seguir a su marido
en peregrinaciones constantes de un hospital a otro, viéndolo cómo se dedicaba
a cuidar enfermos, murmurando por lo bajo contra los sistemas de sangrías,
purgas y lavativas, que eran los remedios más frecuentes y casi nunca
efectivos. Un buen día decide dejar la medicina, pero se arrepiente pronto de
su decisión, pensando que algún sistema ha de existir que revele el arte de
curar. Pasa un tiempo, unos cuantos años, y se encuentra con once hijos, con
miseria y con su casa convertida en un hospital.
Para ganarse la vida traduce libros de medicina, y en
uno de ellos encuentra una descripción de la quina, planta originaría del Perú,
llamada también chinchonia, del
nombre de la condesa de Chinchón, esposa del virrey del Perú, que la popularizó
en España y de allí a toda Europa. Descubre que la quinina que se emplea para
combatir la fiebre, según se afirma en el libro, también la produce. Hahnemann
inmediatamente aplica su sistema y se toma una dosis de quinina y,
efectivamente, le sobreviene un ataque de fiebre. Para él se ha hecho la luz y
escribe: «Las sustancias que provocan fiebre curan diversas variedades de
fiebre intermitente.»
Desde esta frase se puede decir que se inicia la
medicina homeopática, que se emplea aún en nuestros días.
Hahnemann continúa sus experimentos sobre él mismo. Un
día toma una infusión de digital; a la semana siguiente experimenta con la
belladona; más tarde con el mercurio y nota que cada una de estas sustancias
producen los mismos efectos que las enfermedades que cura.
Llama a su método homeopatía,
que, según el diccionario, es el sistema curativo que aplica a las enfermedades
dosis mínimas de las mismas sustancias que, en mayores cantidades, producirían
al hombre sano síntomas iguales o parecidos a los que se trata de combatir.
Los farmacéuticos intentan un proceso contra él por
entender que se inmiscuye en terrenos propios de su profesión, pero pronto se
ve rodeado por discípulos que, contagiados por su fe en la nueva doctrina, se
vuelven tan fanáticos como él.
«Se toman dos gotas de acónito y se mezcla con 98
gotas de alcohol. Se toman enseguida 29 frascos más, cada uno de los cuales
contiene 99 gotas de alcohol, y sucesivamente se va diluyendo una gota del
líquido del frasco anterior hasta llegar el último. Tres gotas de esta última
disolución son suficientes para curar al enfermo.»
Claro está que esta dosis debe repetirse unas cuantas
veces.
Para Hahnemann la enfermedad es la expresión de una
determinada persona y el problema consiste en hallar el remedio personal
correspondiente.
Durante toda su vida, Hahnemann se vio combatido y
enzarzado, cosa que le importaba poco porque, convencido de la bondad de su
doctrina, estaba plenamente seguro de que al fin triunfaría.
Tenía Hahnemann ochenta años cuando un día recibió la
visita de Melania d'Hervilly. Enferma desde hacía un tiempo, había leído uno de
los libros del maestro y le visitaba para ser tratada homeopáticamente por el
propio Hahnemann. La joven parisiense curó, pero enfermó del alma, pues se
enamoró de su médico. Tras días y días de diálogos sobre filosofía y sobre
medicina, ella se le declaró. Se casaron y el amor debía de ser muy vivo,
cuando, a la muerte de Hahnemann, pocos años después, Melania hizo embalsamar
el cuerpo y lo conservó en casa durante más de una semana.
El día 1 de julio, un dia antes de su muerte, Hahnemann llamó a su esposa y le dijo:
”Ha llegado mi fin. Mi alma subirá hasta Dios. Os dejo la doctrina homeopática. Debes defenderla contra todos los ataques, hacer que fructifique después de mi muerte, teniendo cuidado de que los amigos no le hagan más perjuicio que sus enemigos. Tengo confianza en el futuro. Si sabes mantener el principio de esta verdad, ella misma te ayudará al triunfo. Tengo confianza, repito, porque yo no he sido en la Tierra más que un vil instrumento. La doctrina homeopática no es mía. La verdad no ha nacido en mí. No me pertenece el hallazgo. Si ella viniera de mí, desaparecería conmigo. Ahora bien, me sobrevivirá porque es la quinta esencia de la naturaleza y procede de la reacción natural y viene de Dios.
”Ha llegado mi fin. Mi alma subirá hasta Dios. Os dejo la doctrina homeopática. Debes defenderla contra todos los ataques, hacer que fructifique después de mi muerte, teniendo cuidado de que los amigos no le hagan más perjuicio que sus enemigos. Tengo confianza en el futuro. Si sabes mantener el principio de esta verdad, ella misma te ayudará al triunfo. Tengo confianza, repito, porque yo no he sido en la Tierra más que un vil instrumento. La doctrina homeopática no es mía. La verdad no ha nacido en mí. No me pertenece el hallazgo. Si ella viniera de mí, desaparecería conmigo. Ahora bien, me sobrevivirá porque es la quinta esencia de la naturaleza y procede de la reacción natural y viene de Dios.
¡La pequeña dosis! Su empleo es de sentido común.”
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