Se va a inaugurar el Salón de Pintura. Édouard Manet
presenta un cuadro que titula El descanso
de la modelo, hoy conocido como El
desayuno sobre la hierba. El jurado de admisión rechaza el cuadro, lo
considera mal pintado y provocativo. Manet tiene que recoger la pintura y
llevarla a su casa; pero poco después, con varios amigos pintores que habían
visto cómo sus obras no eran admitidas por el jurado del salón, deciden abrir
una exposición paralela con el nombre de Salón de los rechazados.
El cuadro
de Manet es expuesto allí y causa un gran escándalo.
—Este
cuadro es inmoral, además está mal pintado…
—Pues yo
encuentro que es un avance en el camino de la pintura.
—Pero no
me negará usted que este desnudo…
—Este
desnudo está muy bien; por otra parte, el emperador ha comprado El baño turco de Ingres, en el que hay
más desnudos que en éste.
—Sí, pero
la emperatriz lo ha hecho devolver al pintor.
—Y La fuente también de Ingres…
—Éste es
un desnudo casto. Lo peor de este cuadro es que la mujer esté desnuda en el
campo y rodeada de hombres vestidos. Como comprenderá, no tiene ni siquiera la
excusa de una alusión mitológica o histórica.
—Así cree
usted que para pintar un desnudo es necesario tener un pretexto. Un cuerpo
desnudo puede ser tan bello como un cuerpo vestido y a veces mucho más.
—Lo que
pasa es que usted es un inmoral.
—Y usted
es un puritano que, como todos los puritanos, ve porquería en todas partes,
porque sus ojos están llenos de porquería.
Las discusiones eran constantes. Poco a poco se iban
separando de lo puramente artístico para pasar a lo estrictamente moral. Se
toleraba el desnudo a condición de que tuviese una excusa o que por su
naturaleza careciese de lo que los puritanos llamaban provocación. Una estatua
de Venus, de Cupido, de amorcillos o de ninfas podían exhibirse, pero era mejor
que fuesen más o menos cubiertas.
Los más
exaltados querían romper el cuadro rasgándolo con un bastón; se tuvo que poner
guardias para protegerlo.
Hoy este
cuadro, esta gran obra de arte, se exhibe en el museo de la Gare
d'Orsay, y no causa escándalo alguno y está considerado como una de las obras
maestras de la pintura mundial.